viernes, 1 de marzo de 2013

Cruda pero justa verdad

Desde el nacimiento de la Duquesa de Alba (aproximadamente unos 2 días antes del Big Bang, aunque no hubiera sol y por lo tanto, tampoco días), los seres vivos convivimos con cosas que nos condicionan, tanto para nuestro beneficio como suplicio. Pequeños caprichos del destino que en muchos casos han supuesto la desaparición de especies tan chachis como los dinosaurios. ¿Que a qué cuento viene esto? A nada, alguna introducción había que poner a otra de mis mierdi-reflexiones.


Ahora sí. Todos los días nos enfrentamos a muchos hechos que nos gustan, nos disgustan o nos causan indiferencia. Pero como estos últimos dicen, a mí que me cojones me importan los que no provocan ningún sentimiento o sensación.
A pesar de que no nos caigan en gracia los hechos, son los que hay, y como tales habemos de aceptarlos porque no se puede hacer otra cosa. No podemos ignorarlos ni hacer como si no existieran, ya que nos mentiríamos a nosotros mismos. Yo mismo, prefiero joderme sabiendo la realidad que existe, antes que vivir una feliz mentira con un mal final. O bueno, si la realidad es buena... pues bienvenida sea, ¿no?
Aun sabiendo esto, muchos de nosotros, inútiles seres humanos que habitamos la tierra, preferimos soltar (o saber) esa bonita mentirijilla de algo. ¿Que no te gusta la ropa que lleva alguien? Pregúntale de dónde es, y cuánto cuesta, ¡Claro que sí! ¡Psicología femenina en estado puro! Somos felices en ese ambiente de pura demagogia, con ese interés flotante de quedar bien a toda costa. Por favor... ¿Hasta que punto vamos a llegar? ¿Llamaremos inteligentes a los ninis sin hacerlo de forma sarcástica? Y un cuerno.
Seamos realistas... Alguien que está descontento con su físico, con su personalidad, o vaya usted a saber con qué, no va a conseguir nada con unas falsas esperanzas proporcionadas por unos halagos mas vacíos que el cráneo de Belén Esteban. Si no quieres decirle que es fe@, subnormal o un bicho raro, cállate y punto. Pero no le jodas la vida de esa manera, porque nadie sabe lo que puede llegar a doler un hostión físico o psicológico en todos los morros. Queda muy bien eso de dar ánimos, decirle algo que nadie ha hecho porque nadie lo piensa, pero no ayuda nada en absoluto. He dicho.
Ah,  y cabe aclarar el por qué de esta entrada, ya que siempre lo suele haber. Estoy HARTO, en mayúsculas y con todas las letras, HARTO, de que la gente se preocupe más del hecho de quedar bien o de no hacer daño en vez de ser fieles a sus pensamientos al margen de la sociedad y sus normas no escritas. Por favor, sed aunque sea un poco, sólo un poquito, como AuronPlay, echadle huevos y decid lo que pensáis sin temor a nadie.
¡A ser perdices, y comer felices!

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