domingo, 17 de marzo de 2013

Para gustos, colores.

¡Buenas, pervertidos! Sí, hablo en plural, ya que todos tenemos un poquito de malpensamiento. Si no, nuestra mente sería una mierda virgen de pensamientos impuros, y creedme, eso NO mola.
Al igual que toda persona hecha y derecha tiene esa imaginación que tiende a lo obsceno, siempre hay algo de las personas que nos llama la atención, algo que para nosotros es especial pero que para el resto puede pasar inadvertido o no tener tanta importancia. Las mujeres suelen fijarse en los tíos cachas, con una buena tableta de chocolate marcada tras muchas pastillas horas de sufrimiento, algunas también nombran a los típicos ojazos azules (y aquí os digo yo: Y UNA MIERDA) con los que se derriten como velas. Los hombres vamos a lo fácil, a lo simple: un buen par de bultos, ya sea por arriba y delante, o por abajo y detrás. Da igual que sean de silicoña como dicen mis padres o tan reales como la vida mísma.

Pero eso son los topicazos, y yo he venido aquí a hablar del fetichismo, ni más ni menos. No referido a lo sexual, si no a lo visual en general. Una característica muy particular de alguien que es apreciada por otra persona de una manera especial. Por ejemplo, una mecha de pelo tintada de un color llamativo. Hay a quien le repele porque es algo llamativo y extraño, a veces catalogado hasta freak, también están los indiferentes que ignoran el hecho de que esa mecha esté ahí destacando sobre el resto del cabello, y finalmente, los fetichistas. Personas que ven ese rasgo, esa mecha tintada y piensan: joder, es que me casaba con esa persona.

Pretendo hablar en general, no penséis que todo el mundo está pendiente del color de pelo de las personas... Eso es más bien una de mis particularidades. Sí, llamadme fetichista, porque acertaréis de lleno. El color de pelo es una de las cosas que más me llama la atención, por lo tanto, a mayor "anormalidad" de este, mayor interés suscita en mí. Por eso no me resulta igual ver a una rubia o una morena, que a una pelirroja, o con el pelo tintado de cualquier otro tono poco o nada natural. Y ahora que lo pienso, ésto qué cojones os importa, o de qué me sirve decirlo, si [...]

Lo mismo que nombro el pelo, otros se fijarán en la vestimenta, en la forma de hablar, en si lleva tacones o calzado plano... El fetichismo es un mundo hecho para todos.

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