Esta es la típica noche que no te habla nadie, que no tienes nada que hacer, ni sueño siquiera, y empiezas a repasar tu vida, a profundizar en lo que has hecho, lo que has conseguido hasta ahora...
Yo considero que he tenido una vida medianamente normal, con sus momentos buenos y malos. No he tenido tiempo de aburrirme, pero tampoco de divertirme como a mí me gustaría. Toda mi vida ha girado en torno a mis fantasías, desde que era un puñetero crío que no sabía lo que hacía, hasta hoy mismo. Por culpa de esas fantasías, no sólo no he disfrutado realmente, sino que además he hecho sufrir a gente. Bien por mí.
Todos los años, tanto al pensar en el "verdadero" e invisible Papá Noel, como al soplar las velas, como al mandar la carta a los "verdaderos" Reyes Magos, pido lo mismo. El mismo puto regalo. Pero la vida no me sonríe en ese aspecto, sin embargo, opto por no hacer de un granito una montaña de arena. Más bien, ignoro ese grano.
Desde mi último desengaño, me he centrado en una tarea sencilla, reconfortante y muy fácil de realizar: ignorar todo. Ha pasado a la historia eso de "ir a buscar novia", eso de comerme la cabeza montándome películas que jamás verían la luz ni en los mejores cines, ni en la realidad. Que sí, que es muy bonito eso de encoñarse por alguien, pero precisamente se vuelve un coñazo al no ser mutuo nunca. Es mucho más fácil esperar a que alguien aparezca, tenga la valentía de mostrarlo y valorarlo como se debe. Pero claro, para eso debe aparecer...
¡Sigamos soñando!
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